miércoles, 29 de diciembre de 2010

Todo pasa muy deprisa

Tan solo habían pasado dos meses y todo estaba irreconocible, el dinero del bolso pequeño de mi mochila era nuestro único seguro de vida.
En cuanto pude me acerque con toda la discrección posible a lo que era mi portal... subí corriendo por las escaleras hasta el cuarto piso, sorteando mas de un cadáver entre mi casa, sin puertas, sin muebles, sin nada ni nadie. Me asome por la ventana del antiguo salón y no veía mas allá del edificio de enfrente, no pude evitar derrumbarme, pero solo hasta que el zumbido de tres aviones militares pasaban sobre mi cabeza.
Me incorpore y baje con la misma rapidez que había subido. Abajo justo en el marco de la puerta estaba mi compañera, con el rostro totalmente inexpresivo hasta que me vio y le salio la preocupación y los nervios que llevaba dentro.
Un susurro por saludo y una mirada para indicar el camino hacia el que seria nuestro conductor, nos hizo reaccionar.
...
Llegamos hasta él, no era mas que un pobre civil que supongo que necesitaba el dinero para mantener viva a su mujer que ya estaba en el asiento del copiloto del coche y a su hijo que se asomaba desde la parte de atrás.

Nos pusimos en marcha y al pasar por delante de la antigua estación de trenes, donde vivían mis tíos, no pude evitar mirar... allí estaban, mi abuela llorando con los brazos tapándole la cara a la vez que se secaba las lágrimas y mi tía rodeando a su madre con los suyos y esperando...esperando nada.
Los ojos se me inundaron y entre balbuceos lo único que podía decir era que parara el coche, que lo parara ahora mismo.
Eran ellas, no podía creerlo...Sayd hizo caso omiso a mis palabras y siguió conduciendo, no paraba de agitarme dentro del coche y gritando que parara hasta que una ráfaga de disparos interrumpieron toda mi debilidad.

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