martes, 15 de febrero de 2011

Cobardía o mala suerte tal vez.

Te das cuenta de esa sensación en la que parece que miles de hormigas corren por dentro de tus pulmones.
O esa otra en la que miras fijamente la televisión y solamente ves lo que se esta proyectando en tu mente a miles de fotogramas por segundo.

Deja de sentir esa vena palpitante que te retuerce el ojo enviando a través de los glóbulos rojos un cuarto de millón de pensamientos enlatados y envasados al vació, con un lazo rojo brillante amapola.
No compares las calorías de una tableta de chocolate blanco y una bolsa de patatas fritas onduladas en los pasillos del carrefour porque puedes encontrarte a un moreno, con barba y sombrero a tu lado que esta haciendo lo mismo y tu cabeza se descoloca, se da la vuelta y vuelve a su sitio tras un par de saltos y un doble mortal hacia atrás.

Deja de pensar, deja de esperar lo que no puede llegar con un chasquido de tus dedos, aunque retumbe el suelo y el cielo. La sordera es incurable.

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