jueves, 3 de marzo de 2011

Abres el grifo de la ducha. 
Mientras vas desentumeciendo tus músculos tocas el agua con el pie, un escalofrío recorre tu cuerpo. Decides meterte dentro. Cierras los ojos. Notas como el agua resbala por todo tu cuerpo. Comienzas a hacer círculos con la cabeza para relajar el cuello, demasiada tensión acumulada en los hombros. 
Abres la boca para que las gotas de agua caliente recorran tus labios y entren a conocer el interior de tu boca. Bajas la cabeza y sientes la atracción del agua con el punto más alto de tu cabeza y juegas con cada una de las gotas como si se introdujeran en tus pensamientos.
Tus párpados se despegan lentamente y ves como mana el agua de tus pechos, como si se tratara de una fuente.
Sonríes y vuelves a ocultar tus ojos.
El agua te arropa como una manta en un frío mes de Febrero. 
Tu cuerpo se humedece por dentro, y se moja por fuera. Parece que el calor del agua te haya llegado a las entrañas porque en tu interior estás ardiendo.




Abres los ojos.
La claridad del Sol hace que arrugues tu nariz y pongas esa cara de recién levantada.
Levantas la sábana que cubre tu cuerpo y descubres el origen del sueño que te estaba inundando.





POR : "http://lacabezadelulu.blogspot.com/"

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