viernes, 4 de marzo de 2011

No me mates como a todos.

El cable tirante pasa por el medio del salón, desde la pared del fondo, donde se mueven papeles por el calor de una antigua caldera, hasta el sofá con el estampado mas feo de mundo.
Mis pies sobre la mesa, en la que no cabria ni una sola miga mas.
Desde aquí puedo ver un cielo blanco, de nieve, escuchar la ventilación de mi ordenador y oler los champiñones que ya descansan en la profundidad de mi estomago.
...
En verdad estoy completamente contorsionado, sumergido en un estado de expectación discontinua que esta próximo al final.
No puedo ver el cielo, las cortinas me lo impiden, no puedo ver la tele, la falta de pixeles me lo impide.
Pero puedo verte a ti, te veo dibujado en mi cabeza a cada instante, y eso me preocupa.
Y ahora escucho, escucho como Nacho Vegas y Cristina Rosenvinge publican a todo volumen, lo fatal que va a ser mi próximo verano.
Lo único que puedo oler son los restos de cigarros que nunca fume, descansando en ese cenicero verde de los chinos.

Pero a mi me da que todo es de mentira.

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